viernes, 30 de octubre de 2009

OPOSICIÓN NAZI A LA LIBERACIÓN DE JOSÉ ANTONIO

Antonio Gibello
José Antonio. Apuntes para una biografía polémica
Ed. Doncel 1974. pp 376-377



El último intento por la vía también del soborno lo propone Von Knoblock, cuando Franco es ya mando supremo de la España nacional. Mantiene el súbdito alemán una entrevista con el ‘caudillo’ y desgrana su idea. Una vez más, es aceptada. Forman la nueva expedición Knoblock, Pedro Gamero del Castillo y Gabriel Ravelló, consignatario de la naviera Ybarra. Llevan consigo varios millones de pesetas, que esperan ofrecer como soborno al gobernador civil, cuando éste suba al buque alemán a cumplimentar al comandante, según es costumbre. Van a bordo del buque cisterna “Hansa”. En Alicante esperan la llegada del almirante Carls, que navega a bordo del “Deustchland”.

Este cita a los conjurados para el rescate y avala la entrevista entre Ravelló y el gobernador civil alicantino. Se opone duramente el primer secretario de la embajada, Schwendemann, que representa a Volckers. Habla de la existencia de otro plan urdido por ellos, pero es una excusa. Los comisionados se avienen a esperar ocho días, hasta ver si marcha la supuesta negociación. Pero a los ocho días nada hay concreto. Y cuando intentan reunirse los tres enviados nacionales con el gobernador republicano, Francisco Valdés, a bordo del “Sillacs”, aparece Volckers con órdenes sumamente precisas del director de Departamento Político del Ministerio de Asuntos Exteriores nazi, regido por Von Neurath, y niega el permiso.

Cuando, fracasado, Von Knoblock regresa a Algeciras, ya a finales de octubre, se encuentra en tierra con Willi Kohn, oficial de las SS, jefe del Partido Nazi en España y futuro consejero de Von Fauppel, el primer embajador alemán cerca de Franco; es un encuentro desagradable. Kohn increpa a Knoblock, le prohíbe que use camisa azul, le censura sus gestiones y le dice: “


"¿Qué tenemos que ver nosotros con ese hijo de un general”?

La suerte está echada. Los intentos por la vía del canje han fracasado. Los planeados por el camino expeditivo del soborno y del golpe de mano, también. El destino ha querido que permanezca prisionero “en medio de una región que a tal fin se mantuvo sumisa”, como manifestaría el mismo José Antonio durante el proceso, aunque luego rectificara, generosamente, en el testamento. Acaso no sin razón, Abad de Santillán, fundador y jefe de la FAI, mantenía en 1970 ante el periodista Ramón Garriga:

“De haber estado prisionero en algún lugar de Cataluña, José Antonio Primo de Rivera no habría sido fusilado, pues lo hubiéramos evitado nosotros.”

Carlos Rojas recoge testimonio aún más radical del director de ‘Solidaridad Obrera’, órgano anarquista barcelonés:

“Yo era partidario, y otros compartían mi opinión, de llevarle a la frontera pirenaica y dejarle en libertad, para que entrara en Francia sin condiciones ni pactos”."


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