miércoles, 28 de octubre de 2009

20 DE NOVIEMBRE: FALANGISTAS A ALICANTE

(M.L.R. Publicado en la revista “Cambio 16”. Noviembre de 1976)

Si dentro del panorama de las fuerzas políticas del país es deseable que los medios de comunicación pusieran su más firme empeño en clarificar, de cara a la opinión pública, las diferentes opciones existentes, ese deseo requiere, además, un exceso de celo en lo que se refiere a la Falange.

Está claro que los sectores movimientistas-fascistas han venido representando la roca sobre la que se han venido estrellando los sectores más aperturistas del régimen y sobre la que todavía no se ha demostrado que no encalle el proyecto Suárez. Se trata de una roca firmemente asentada que hay que dinamitar. Y en ese empeño, que dura ya cuarenta años, somos los falangistas los más interesados.

El carácter absurdo de quienes quieren confundir a la opinión pública al invocar para sus fines el nombre de Falange no tiene calificativo.

¿Cómo se puede exaltar el 18 de Julio cuando José Antonio no hizo tal? ¿Cómo defender a Franco, que fue el antifalangista número uno? ¿Cómo, siendo ellos ministros, permitieron que Hedilla y otros pasaran por todo tipo de persecuciones, de burlas y privaciones tendentes a la disminución de sus facultades en las cárceles y los destierros? ¿Cómo, siendo ellos ministros, fueron fusilados los falangistas Pérez de Cabo y Juan Domínguez? ¿Cómo han dado ellos en llamar “verticales” y defender unos sindicatos “en los que los obreros forman una gran federación, los patronos otra gran federación y encima monta el Estado como una especie de pieza de enlace”, modelo típicamente fascista y explícitamente denunciado por José Antonio? ¿Saben, si los conocen, que los sindicatos verticales propuestos por José Antonio resultan inconcebibles en una economía capitalista? ¿Cómo aceptan la creación de unos sindicatos horizontales cuando estos son _palabras de José Antonio_ “los instrumentos de ataque y defensa del proletariado en tanto no concluya la lucha de clases”? ¿Cómo atacan tanto a los “rojos” y se olvidan a quienes señaló José Antonio como “los verdaderos bolcheviques”? ¿Cómo hablan de la necesidad de armonizar capital y trabajo, que “es como si yo dijera _palabras de José Antonio_ me voy a armonizar con esta silla”? ¿Cómo han podido y pueden compaginar el azul _”por proletario”, dijo José Antonio, de nuestra camisa con su permanencia en los consejos de administración? ¿Cómo invocan “el nombre de España para defender _palabras de José Antonio_ los intereses de los bancos y los dividendos de las grandes empresas”? ¿Cómo caen “en las exageraciones extremas _palabras de José Antonio_ que traducen su odio por la superstición sufragista , en desprecio hacia todo lo democrático”, cuando “la aspiración a una vida democrática, libre y apacible será siempre el punto de mira de la ciencia política por encima de toda moda”, y que “no prevalecerán los intentos de negar los derechos individuales ganados con siglos de sacrificio”? ¿Cómo han denigrado y denigran la concesión de una amplia amnistía general cuando era el punto primero del programa que José Antonio elevó al Gobierno republicano desde la cárcel de Alicante, ofreciéndose también él mismo para detener la recién iniciada guerra civil?

La coincidencia fúnebre del 20 de noviembre no debe desorientar a la opinión pública. La auténtica Falange Española de las JONS en esa fecha, 20 de noviembre, estará en Alicante.

Hace unos días el diario “Arriba” publicaba, comentando la cacareada división falangista, una lista de treinta supuestos grupos de esta corriente política, Luego, otros medios de expresión reproducían la misma relación a todas luces en origen malintencionada y a todas luces inexacta.

Si de lo que se trata en conjunto, como parece, es de poner fuera del alcance de los trabajadores y de la juventud esa fuerza política que osó conjugar el criticismo intelectual de la generación del 98 con el viejo movimiento obrero del anarquismo español, sepan que eso es ya imposible. Sepan que el pueblo instrumenta ya su Falange Española de las JONS (auténtica) y que la acabará imponiendo legalmente más tarde o más temprano.
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