jueves, 29 de octubre de 2009

LA FALANGE FUNDACIONAL

J. Briz
Patria Sindicalista. Abril 1977


No cesan los intentos de manipulación de la doctrina falangista. La falsificación franquista intenta perpetuarse no solo por las bandas traidoras de Fernández Cuesta, sino también por aquellos que, a partir de una interpretación literal y acrítica de los textos joseantonianos, olvidan el contexto de la España de hoy. Son los que consideran inamovible todo cuanto fue escrito por el Fundador, sin discernir lo fundamental de lo coyuntural, la sustancia del accidente. Son los que convierten a José Antonio en algo sacralizado e inmóvil, momificándolo y traicionando a quien consideró al hombre como un “clásico” en sí mismo. Nada más lejano de la verdadera Falange que este tipo de inmovilismo dogmático, regresivo, nostálgico y reaccionario.


José Antonio nos da cumplido ejemplo con su propia evolución ideológica, realmente sorprendente y significativa, en el corto espacio de su vida política. Por ello, nosotros oponemos la Falange creadora, la que sigue la norma joseantoniana para, partiendo de lo fundamental, proyectarse hacia el futuro a aquella otra detenida y arriscada en el pasado, definitivamente truncada con la muerte de José Antonio.

La sublevación militar de 1936 sorprende a una Falange desmedulada y desvirtuada por la masa derechista que a ella había acudido asustada por el triunfo del Frente Popular, huérfana, para mayor desgracia de José Antonio, entonces preso en la cárcel de Alicante. Los auténticos falangistas son minoría entonces ya en la Falange. José Antonio no puede continuar su labor doctrinal y política y sus seguidores, los que entonces dominan la dirección de la Falange, no poseen ni la capacidad ni la visión del Jefe Nacional. Pronto son superados por las circunstancias y se inicia un proceso de descomposición que culminaría el 19 de abril de 1937. Manuel Hedilla libró la última batalla por aquella Falange de la primera hora; Muerto José Antonio, encarcelado Hedilla, la falsificación franquista es inevitable.

Pero estos hechos no bastan para explicar por sí solos la situación de la Falange. Tenemos que remontarnos al momento mismo de la fundación formal, asumir y comprender la evolución ideológica de José Antonio, para darnos cuenta que en la Falange originaria se producen cambios y mutaciones fundamentales que son, precisamente, las que hoy pueden explicar la posición de la auténtica Falange.

Recordemos que los primeros hombres que secundan a José Antonio proceden de las capas sociales más altas y se detecta en ellos la fascinación fascista que propiciaba la época. El mismo José Antonio, en la medida en que se concretaba su pensamiento político revolucionario, va desprendiéndose de éstos al tiempo que acuden otros procedentes de la clase media para, en los últimos tiempos de la Falange de la pre-guerra, producirse el proceso de acercamiento, con las diferencias que conocemos y compartimos hacia posiciones lindantes con el anarcosindicalismo.

La Falange empieza a perder su condición de movimiento de clases medias para ir reconvirtiéndose en otro, popular y democrático. Comienza a surgir entonces la verdadera Falange, la del TRABAJO. A ella acuden, consecuentemente, los trabajadores.
La Falange no solo no pasó de su periodo fundacional, sino que sufrió una falsificación regresiva sin precedentes en otros grupos políticos

La guerra, funestamente corta de raíz esta evolución y son de nuevo los fascistas de la primera hora los que se apoderan de la Falange, con la colaboración de las derechas asustadas que buscan protección. Renuncio a citar las pruebas históricas por ser bien conocidas. Pero que conste que José Antonio era consciente que la Falange tenía que ser depurada de sus adherencias fascistas y de los hombres que las representaban. Conocemos testimonios de que así era, algunos recogidos en libros de reciente publicación.

Es más que previsible que, en los momentos finales, fuera más allá (piénsese en el juicio como indicio) de lo que estaba escrito, de lo que sus más directos colaboradores pudieran suponer. Algunos de ellos ya se ocuparon, fusilado el hombre y la idea, de ocultar la postrera evolución del desaparecido, para reducir a la Falange a un movimiento antimarxista más en consonancia con sus propias intenciones y las del Dictador a quien servían. No hace mucho, José Bugeda publicaba en “Pueblo” un artículo, a nosotros dedicado, en el que recogía, transmitida por Pedro Mourlane Michelena, una desconocida frase de José Antonio increíblemente esclarecedora para entender la verdadera posición de la Falange, que, y citamos a José Antonio, “no ha nacido contra el marxismo, ha nacido contra ‘El Debate’”.
Es evidente que José Antonio, desgraciadamente no pudo completar su obra. La Falange no solo no pasó de su periodo fundacional, sino que sufrió una falsificación regresiva sin precedentes en otros grupos políticos. Retomemos pues la Falange fundacional, y fieles al espíritu y al ejemplo de José Antonio, caminemos sin miedos ni inhibiciones reaccionarias hacia la Falange del futuro, la que logrará la definitiva libertad de los hombres y los pueblos de España.




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